El árbol generoso
Shel Silverstein
Caracas: Litexsa Venezolana, 1997
Había una vez un árbol... Y el árbol amaba a un niño... Y el muchacho venía todos los días y cogía sus hojas. Y con ellas hacía coronas e imaginaba ser el rey del bosque... Y trepaba por el tronco... Y se colgaba de sus ramas... Y comía manzanas... Y jugaba al escondite... Y cuando se cansaba se dormía a la sombra... Y el muchacho amaba muchísimo al árbol... Y el árbol era feliz... Pero el tiempo pasaba... Y el muchacho crecía... Y el árbol, con frecuencia, estaba sólo...
Un día, el muchacho se acercó al árbol, y éste le dijo:
— Ven, muchacho, trepa por mi tronco y colúmpiate en mis ramas y come manzanas y juega a mi sombra y sé feliz...
— Soy demasiado grande para trepar y jugar —dijo el muchacho—. Necesito dinero. ¿Puedes darme un poco de dinero?
— Lo siento —dijo el árbol—, pero no tengo dinero. Sólo tengo unas hojas y manzanas. Coge las manzanas, muchacho, y véndelas en el mercado de la ciudad. Entonces tendrás dinero y serás feliz...
— Ven, muchacho, trepa por mi tronco y colúmpiate en mis ramas y come manzanas y juega a mi sombra y sé feliz...
— Soy demasiado grande para trepar y jugar —dijo el muchacho—. Necesito dinero. ¿Puedes darme un poco de dinero?
— Lo siento —dijo el árbol—, pero no tengo dinero. Sólo tengo unas hojas y manzanas. Coge las manzanas, muchacho, y véndelas en el mercado de la ciudad. Entonces tendrás dinero y serás feliz...
En seguida el muchacho subió al árbol, cogió sus manzanas y se las llevó. Y el árbol fue feliz... Y el muchacho se alejó. Se fue muy lejos sin poder ver al árbol... Y el árbol estaba triste...
Y un buen día, el muchacho volvió... Y el árbol se estremeció de alegría y dijo
— Ven, muchacho, y trepa por mi tronco y colúmpiate en mis ramas y... se feliz.
— Estoy demasiado atareado —dijo el muchacho— para trepar por tu tronco. Necesito una casa para cobijarme. Necesito calor como el comer. Quiero una esposa, quiero tener hijos y por eso necesito una casa.
— Yo no tengo casa —dijo el árbol—. El bosque es mi casa. Pero tú puedes cortar mis ramas y construir una casa. Entonces serás feliz...
— Ven, muchacho, y trepa por mi tronco y colúmpiate en mis ramas y... se feliz.
— Estoy demasiado atareado —dijo el muchacho— para trepar por tu tronco. Necesito una casa para cobijarme. Necesito calor como el comer. Quiero una esposa, quiero tener hijos y por eso necesito una casa.
— Yo no tengo casa —dijo el árbol—. El bosque es mi casa. Pero tú puedes cortar mis ramas y construir una casa. Entonces serás feliz...
Y el muchacho cortó sus ramas... Las llevó para construir una casa... Y el árbol era feliz... Y el muchacho se fue lejos y no pudo ver al árbol por mucho tiempo...
Y cuando el muchacho regresó..., el árbol no podía ni hablar, embargado por la emoción.
— Ven, muchacho —balbuceó—, ven a jugar.
—Soy demasiado viejo y asediado por la tristeza para jugar —dijo el muchacho—. Necesito un barco que me lleve muy lejos de aquí. ¿Me puedes dar un barco?
— Corta mi bronco y fabrica un barco —dijo el árbol—. Luego podrás navegar hasta playas lejanas... y serás feliz...
— Ven, muchacho —balbuceó—, ven a jugar.
—Soy demasiado viejo y asediado por la tristeza para jugar —dijo el muchacho—. Necesito un barco que me lleve muy lejos de aquí. ¿Me puedes dar un barco?
— Corta mi bronco y fabrica un barco —dijo el árbol—. Luego podrás navegar hasta playas lejanas... y serás feliz...
Y el árbol era feliz..., aunque no enteramente... Le faltaba compañía... Y después de mucho tiempo..., el muchacho regresó de nuevo.
— Lo siento, muchacho —dijo el árbol— pero no me queda nada... Mis manzanas desaparecieron.
— Mis dientes son demasiado débiles para comer manzanas —dijo el muchacho—.
— Mis ramas... han desaparecido —dijo el árbol—. Ya no puedes columpiarte en ellas.
— Soy demasiado viejo para columpiarme en ellas—dijo el muchacho—.
—Mi tronco ha desaparecido —dijo el árbol—. Ya no puedes trepar.
— Estoy demasiado cansado para trepar —dijo el muchacho—.
— Lo siento—sollozó el árbol—. Quisiera darte algo... Pero ya no me queda nada. Sólo un tronco. Lo siento...
— Ahora necesito muy pocas cosas —dijo el muchacho—. Sólo un lugar tranquilo para sentarme y descansar... Estoy demasiado cansado...
— Bueno —dijo el árbol enderezándose todo lo que pudo con gran esfuerzo—.
— Bueno, siéntate. Un viejo tronco sólo sirve para asiento y descanso... Ven, siéntate.
— Lo siento, muchacho —dijo el árbol— pero no me queda nada... Mis manzanas desaparecieron.
— Mis dientes son demasiado débiles para comer manzanas —dijo el muchacho—.
— Mis ramas... han desaparecido —dijo el árbol—. Ya no puedes columpiarte en ellas.
— Soy demasiado viejo para columpiarme en ellas—dijo el muchacho—.
—Mi tronco ha desaparecido —dijo el árbol—. Ya no puedes trepar.
— Estoy demasiado cansado para trepar —dijo el muchacho—.
— Lo siento—sollozó el árbol—. Quisiera darte algo... Pero ya no me queda nada. Sólo un tronco. Lo siento...
— Ahora necesito muy pocas cosas —dijo el muchacho—. Sólo un lugar tranquilo para sentarme y descansar... Estoy demasiado cansado...
— Bueno —dijo el árbol enderezándose todo lo que pudo con gran esfuerzo—.
— Bueno, siéntate. Un viejo tronco sólo sirve para asiento y descanso... Ven, siéntate.
Y el muchacho lo hizo... Y el árbol era feliz, feliz, feliz.
La memoria de los árboles
Xosé A. Neira Cruz
Kalandraka, 2000
978-84-8464-011-0
Los padres de Tano, cuando nació, plantaron un árbol en el jardín para que creciera junto a él. La familia nunca olvida al baobab, y todos los años, el día del cumpleaños de Tano, hacen una especie de ceremonia de aseo y riego en torno al árbol. A Tano, sin embargo, esto no le parece suficiente, porque eso es lo que hacen todos los días: remover la arena y regar. Así que, implicado en la promesa que todos hicieron de celebrar juntos el cumpleaños, coge un trozo de su propio pastel y se lo lleva al baobab. Sin embargo, es el gato el que acaba dando cuenta de él.
Por la noche, no obstante, un extraño sonido va a perturbar el sueño de Tano: el baobab llama a su ventana con sus retorcidas ramas para invitarle a su fiesta de cumpleaños. Allí están todos los animales y seres fantásticos que pueblan el jardín de la casa, dándose un homenaje en honor del baobab. Tano lo pasa como nunca en su vida, y le entristece que llegue el amanecer. Sin embargo, sólo tendrá que esperar un año más…
Por la noche, no obstante, un extraño sonido va a perturbar el sueño de Tano: el baobab llama a su ventana con sus retorcidas ramas para invitarle a su fiesta de cumpleaños. Allí están todos los animales y seres fantásticos que pueblan el jardín de la casa, dándose un homenaje en honor del baobab. Tano lo pasa como nunca en su vida, y le entristece que llegue el amanecer. Sin embargo, sólo tendrá que esperar un año más…
El árbol de hojas DIN A-4
Carles Cano
Editorial: KALAKANDRA
Colección: LIBROS PARA SOÑAR
ISBN 978-84-8464-027-1
“Hubo una vez un árbol que nació en lo más recóndito del bosque y que sabía, de esa forma vegetal y misteriosa en la que los árboles saben las cosas, que se convertiría en papel. Y una primavera, cuando llegó la hora de cambiar el traje…
Grandad's Prayers of the EarthOraciones del abuelo de la Tierra Douglas Wood - 1999 / 32 páginasEsta es una representación de lo espiritual es decir, sin referencia a una determinada fe o la tradición, y que no cae en tópicos ni fanatismos; Wood transmite una sensación de algo más grande en el mundo, y da voz a los anhelos humanos por entender . |
El secreto del bosque Viejo | EL BOSQUE | |
Harlan Coben RBA (Argentina) | ||
Dino Buzzati | ||
Traducción: Mercedes Corral Editoria GADIR. Madrid 2004 | Hace veinte años, en un campamento de verano, cuatro adolescentes se adentraron de noche en el bosque. Dos fueron hallados asesinados y a los otros dos no volvieron a verlos nunca más. Para cuatro familias la vida cambió para siempre. Dos décadas después, está a punto de cambiar otra vez. | |
Hemos venido a despedirte. Esta misma noche te irás lejos, a la grande y eterna floresta de la que tanto oímos hablar en nuestra juventud. La verde floresta que no tiene límites, donde no hay conejos selváticos, ni lirones, ni alacranes cebolleros que coman las raíces, ni barrenillos que excaven la madera, ni gusanos que devoren las hojas. Allá arriba no habrá tormentas: no se verán rayos ni relámpagos ni siquiera en las cálidas noches de verano. Te reunirás con nuestros compañeros caídos, que han comenzado a vivir de nuevo, pero esta vez de una forma definitiva. Han vuelto a ser plantitas que crecen a ras del suelo, han vuelto a aprender a florecer y han ascendido lentamente hacia el cielo. Buena parte de ellos ya debe de haber crecido mucho. Saluda de mi parte a Teobio, si lo ves, dile que no ha vuelto a haber un abeto como él, y eso que han pasado más de doscientos años. Tal vez le agrade saberlo | ||
Relato fantástico, fábula para adultos o cuento infantil, El secreto del Bosque Viejo es una obra abierta a múltiples interpretaciones. La publica Gadir, que está contribuyendo de forma meritoria y decisiva a la difusión en España de la obra de Buzzati, de quien ha publicado ya cinco obras en los últimos dos años con muy buena respuesta del público y de la crítica especializada. | ||
En un bosque de hoja caduca | ||
CRÓNICAS DE LA TORRE | Gonzalo Moure , y Esperanza León | |
Laura Gallego García Editorial SM, 2006 | Ed. Anaya Infantil y Juvenil | |
Crónicas de la Torre es una serie de fantasía compuesta por El Valle de los Lobos, La maldición del Maestro, La llamada de los muertos y Fenris, el elfo. Es la historia de una niña, Cristina, que vive en una granja y tiene un amigo que se llama Kai. Hasta aquí, todo normal. El problema es que Kai es invisible para todos excepto para Dana, y ni siquiera ella lo puede tocar. Sin saber todavía si Kai es real o no, Dana es requerida por el Maestro, un hombre misterioso, para que acuda con él a su hogar: la Torre, en el remoto Valle de los Lobos. | Lucía Alfaro todavía conserva el cuaderno de tapas negras de su niñez, en el que anotó con detalle las observaciones que realizó en un bosque de hoja caduca. Lucía rememora aquel verano, en el que disfrutó de la compañía y la amistad de Tsipi, el ruiseñor que vivía en el claro del grosellero, y que le permitió abandonar la infancia sin olvidar quién fue y descubrir que, tanto para el hombre como para el pájaro, la vida es aprendizaje, dolor, amor y muerte. Lo vivido y lo soñado en la infancia tiene en el recuerdo el camino para recuperarlo, y en la escritura, el medio para transmitirlo. | |
El bosque de los desaparecidos | Bosque Mythago (Mythago Wood) | |
Joan Manuel Gisbert | Robert Holdstock | |
Zaragoza, Edelvives 2007 | Gigamesh, 2005 | |
Del Bosque de los Desaparecidos se contaron cosas que daban miedo. Ahora están sucediendo de nuevo y Leonardo irá a ver qué ocurre. Él cree que son viejas historias de las que ya no hay que asustarse. Pero algunas personas se proponen convencerle de lo contrario. Y lo que en verdad está ocurriendo, no se lo imagina nadie. | Steven Huxley regresa tras la Segunda Guerra Mundial a Refugio del Roble, el hogar familiar junto al bosque Rhyope, para encontrar que su padre ha fallecido y que su hermano mayor Christian, que ha heredado las mismas obsesiones que su padre, se ha adentrado en las profundidades del bosque sin dejar rastro. Las anotaciones del diario del padre describen a unos seres, los «mitagos», que parecen ejercer una influencia terrible y maravillosa sobre los Huxley. Steven se adentra en el bosque en busca de su hermano e inicia así un periplo a la mismísima fuente de los mitos. | |
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